Siembran estas mis manos la tierra fértil
y ella dará su fruto, y habrá una flor
bella y sutil; producto de aquel tu cuerpo
yerto, del que la tierra ya se nutrió.
Vuelve a este suelo todo lo que de él nace
y esto recobra vida, forma y color.
En el ciprés que crece en tu sepultura
siento que está latente tu corazón.
Llega de nuevo el tiempo de sementera.
¿Quién sembrará este campo de paz y amor,
cuando mis manos estas, que hoy día siembran,
formen también la tierra del sembrador?
Fe López-Mingo
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